Desde hace una semana, no he tenido tiempo ni para respirar, me levanto, baño, visto, tomo mi licuado, salgo corriendo a la parada (que por desgracia está a 4 cuadras de mi casa), espero el camión, subo, la gente empuja, todos se amontonan, olores de todos los sabores que no se antojan, hombres con ganas de darte una manoseadita, qué asco, 15 minutos o más de viaje hacia Xalapa, bajo, paso a comprarme algún pan a la tiendita de la esquina para mi cafe de oficina, espero otros 5 minutos en lo que el tráfico me permite cruzar la inmesa avenida, paso abro la reja, toco el timbre, (siempre soy la primera en llegar, me gusta eso de la puntualidad), sale la mujer que limpia, me abre, entro, enciendo la luz de mi cubículo, prendo la computadora, dejo mi chamarra en el perchero, me apunto en la lista de entrada, arreglo mis cosas por prioridades, me siento y respiro un segundo, aaaaa.
Luego, luego llega mi jefa y comienza el apuro otra vez, que si esto urge, que si lo otro es más importante, que a esto hay que darle prioridad, nooooooooo, entonces, decídete quiero gritarle, respiro, respiro, porque no quiero explotar, juro que no, porque si lo hago renunciaría después de decirle unas cuantas cosas, que aunque verdaderas, después me arrepentiría.
Ya más al rato, arriba el dueño y es peor, urge, urge, voy y expando el mensaje a los diseñadores, creo a veces me odian como yo odio a los que me ordenan.
Lo único que me relaja en la oficina es la plática con ara, la secretaria, ella se parece a mí, todo nos gusta más light, hacemos el trabajo, pero no hay por qué presionarnos demasiado, así fluye mejor.
Bueno, bueno luego tomo mi cafe, mi pan, hago más y más, voy a arte pido, pido, regreso y a mi me piden, es una cadena de pedir interminable. Cuando me doy cuenta ya es hora de irse a comer, así que apago la computadora, la luz, me lanzo a la fondita, me sirven, como, si me da tiempo paso al cafe internet (cosa que no ha sucedido en estos últimos días) escribo, checo mis correos, chateo con mi amiga jarocha, me despido, camino hacia el trabajo, vuelvo a registrar mi hora de entrada, prendo la computadora, comienza la carrera de las órdenes y yaaaaaaaaa.
Hoy, hoy quise escribir, porque ya no podía más, esta carencia de tiempo y de letras para ti no me hace bien.
Besos desesperados
No hay comentarios.:
Publicar un comentario