18.7.06

Por la mañana


El niño del crayón hoy se ha despertado con el rojo en sus manos. A pesar que es época vacacional, el gallo le cantó temprano al oído, obligándolo a abrir los ojos. Y ya entonces se puso pinta y pinta, rayando el cielo con su carboncillo carmesí. Fue así que cuando me tocó el turno de despertar encontré mi paisaje, comúnmente azul, lleno de rayas rojas. ¡El Cofre de Perote rojo!, mañana a ver qué color se le ocurre al mocoso…

14.7.06

Continuando


Aunque confieso que eso de las cadenas y cosas por el estilo no me agrada como a muchos, esta vez hago una excepción pues me late esto de la identificación con un artista o con sus letras, como todo en esta vida hay un contacto. Además Joaquín Sabina es de lo que ya no hay señores...
Eres hombre o mujer: Princesa
Descríbete: Más guapa que cualquiera
Qué sienten las personas acerca de ti: Delirium tremens
Cómo te sientes de ti mismo: Tan joven y tan viejo
Cómo describirías tu anterior relación sentimental: Como un dolor de muelas
Describe tu relación actual con tu novio(a) o pretendiente: Enemigos íntimos
Dónde quisieras estar ahora: Mater España
Cómo eres respecto al amor: El joven aprendiz de pintor
Cómo es tu vida: Que se llama soledad
Qué pedirías si tuvieras sólo un deseo: Yo quiero ser una chica Almodóvar
Escribe una cita o una frase sabia: Algunas veces vivo y otras veces la vida se me va con lo que escribo; algunas veces busco un adjetivo inspirado y posesivo que te arañe el corazón…
Ahora despídete: Adiós, adiós

y los elegidos son:
Igna
Dilaca
Dr.Muerte
Salamandra
(todos con personalidades muy diferentes, a ver si se animan)
Instrucciones:
Elijan un cantante o grupo musical que les guste y respondan a las preguntes con títulos de sus canciones. Después elijan a cinco personas para que participen del juego.

7.7.06

6 de enero




Y la llamabas princesa, con el nombre de la española, caprichosamente dedicada al mismo oficio aunque no existe punto de comparación.
De todos los días que te permitían observarla caminar, cada movimiento, cada pase de cadera, tus ojos la seguían. Yo lo sabía, callada, lo sabía.
Entonces la adorabas (¿todavía lo harás?) tanto como a las imágenes que tienes sobre el pequeño librero de la parte superior de tu casa, terminando las escaleras, donde sueles prender una veladora que incontables veces he alucinado es tu secreto.
Cada noche, la pesadilla me acompañaba en el lecho que también te sueña. La misma escena, la misma persona, yo ascendiendo lento por los escalones, libros tirados, la mesa revuelta y abajo, justo abajo, dos cuerpos mutándose de amor y juegos. Luego del descubrimiento, las risas eran eternas, en tanto yo me diluía en gotas saladas que escurrían por el suelo. Por fin, ambos lograron la destrucción deseada.
La relación era distante, pero tu fingías todo, el beso, el saludo, la comida, tus salidas. Una pregunta hacía con la respuesta de siempre:
_ No. Pero esa negativa sonaba a duda.
Acudí a las artimañas de los espías, hasta el último rincón, cosas sin importancia.
La foto en el celular lo aclaraba todo, tendida sobre las sábanas que nos cobijaron, cansada, fatigada como tantas veces lo estuve.
El mensaje fue más allá del dolor. Y yo seguía callada en busca de pruebas irrefutables, qué más, qué más, como si tuviera que presentarme ante el fiscal y comprobar que mis argumentos eran válidos…
La noche del 6 de enero, dispuesta a no recibir a la revoltura de malos sueños, tomé el teléfono y noté su presencia en tu voz.
Con toda la fuerza que no tengo ahora, busqué mi bolso y partí hacia donde ya se montaba la obra de mi horror.
Paré un taxi, pedí un consejo y no lo seguí. Abrí la reja, toqué la puerta, todo parecía normal.
Tardaste un poco en responder, me invitaste a pasar y sentí un ligero alivio, entonces vino tu sutil despedida aludiendo a que tenías compañía… recordé las escaleras, los libros tirados, la veladora. Hubo gritos, reproches entre tres y al final una humillación que jamás olvido. Esta vez no estaba acostada ni con los ojos cerrados.
La partida de rosca vino después…